sábado, 31 de mayo de 2014

En ocasiones veo vivos...

Me pasa justo lo contrario que al niño de El Sexto Sentido. En ocasiones... veo vivos. ¿Vivos? Ay… ¿Y por dónde me va a salir ahora ésta?

Ayer, a uno de mis vivos favoritos se le acabó la mecha y explotó. ¡Y menuda explosión! Parecía que estábamos en Fallas: ¡Pim!, ¡Pam!, ¡Pum! (no sé, no he estado nunca pero creo que debe ser algo así).
Sirvan estas letras para decirle: ¡Ole, Ole y Ole! ¡Qué ya está bien de tanta tontería! y que ánimo, que lo hiciste muy bien. Tan bien que me ha dado tema para escribir un post en vez de estar estudiando, que es lo que tendría que hacer…

Vamos al lío:

A veces te paras, miras a tu alrededor y jurarías que estás en la peor parte (o en la mejor, si eres de los que les gustan los zombies) de un episodio de “The Walking Dead”.
Todo lo que te rodea se mueve (aquí se puede poner arrastra, si te gusta más) por inercia, porque se tiene que mover, porque es así como funciona.  Te guste o no. Y tú no tienes más remedio que formar parte de eso, lo compartas o no.

Vas dejando pasar los días y es como si estuvieras en un tiovivo, a lomos de uno de esos caballitos que suben y bajan, aburridos como una mala cosa, cuando lo que querrías es estar es subido en el camión de bomberos dándole sin parar a la campana y haciendo sonar la sirena. Pero resulta que el camión de bomberos está ocupado por un niño que ni se mira la campana y menos la sirena (esas que querrías tocar tú). 
Pero te tienes que  joder,  a ti te ha tocado el caballito. (Pido perdón por la palabra caballito).
Tú no escoges, te has de quedar con lo que está libre. Así que pa’ arriba… pa’ abajo… pa’ arriba… pa’ abajo…   y no se te ocurra quejarte porque te dirán que al menos tienes caballito y no has de estar de pie (o en una de esas ollas que giran sin parar hasta que te pones bien malo).

Bueno, que me desvío de la cuestión... A lo que iba: Que entre tantos muertos vivientes, descerebrados y demás personajes por el estilo que giran contigo en el tiovivo, en ocasiones, las menos, pueden verse vivos.

¿Y qué es un vivo? Un vivo es una persona que todavía hace las cosas con ilusión: Es quien se lía como la pata de un romano para intentar que las bajas durante la batalla sean las menos posibles, a pesar de que muchos se merezcan un buen tiro de sal en el culo y no una recompensa. Es quien se agarra unos sofocones del 15 cuando ve cosas que no son justas o que no le gustan. Quien hace que las cosas difíciles sean un poco más fáciles y, a veces, incluso consigue hacerlas divertidas. Quien dice un montón de tonterías, tiene un gesto de ánimo o una palabra cuando ve que otros vivos están a punto de rendirse y les falta ná para pasarse al bando de los zombies.
En definitiva, un vivo es quien se esfuerza por que sí, porque el cuerpo se lo pide, porque no sabe hacerlo de otra manera y porque le gusta. Aunque a veces sea difícil, muy difícil.
Aunque reconozco que últimamente no estoy muy por la labor, me considero una viva y, como tal, una de mis tareas es animar y dar apoyo al resto de vivos que se cruzan en mi camino y que hacen que éste sea más fácil.  

A vuestra salud, vivos del mundo!!!

2 comentarios:

  1. ¡ Pués va a ser que no soy tan anónimo¡3 de junio de 2014, 1:58

    Yo siempre pensé, desde que era pequeño, que cualquier persona podría darte razones para seguir adelante. Más tarde, y trás la pérdida de esa inocencia que te dan los años, supe que no todo era tan fácil, que confiar resulta bastante doloroso, incluso me iban diciendo "no te fíes ni de tu padre". Bien, es posible que sea así, incluso que cualquiera te pueda sorprender con una patada el los mismísimos. Pero, aún creo en las personas, en aquellas que te aportan algo, a las que puedas aportar algo. Aquellas personas que con una mirada, una palabra, e incluso una "patética calculadora MILAN" te hacen confiar en el ser humano y en la alegría de seguir hacía adelante. Ese tipo de personas son sencillamente humanos pensantes que valoran sus propios esfuerzos y el de los demás.

    Ahora mismo me viene a la neurona derecha algo que marcó a la de la izquierda: "Tío da casi todo de ti, si así eres un poco feliz, pero guarda el otro poco para que puedas seguir alimentando a la otra parte".

    Ha sido un año duro, pero sólo por estás cosas ha valido la pena.

    Los actos, los recursos, aunque sea el de alzada, no importan. Sólo importa aportar una pequeña lucecita de ilusión.

    Muchas gracias por permitir sentirme un poco útil.

    MAMÁ, QUIERO SER ARTISTA.







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  2. Respuesta para “Pues va a ser que no eres tan anónimo” ;-)

    Creo que una de las peores cosas que nos pasan al hacernos mayores es, precisamente, que perdemos la inocencia. Y si ya es malo perderla por el paso del tiempo, peor es perderla a base de patadas, ya sea en los mismísimos o en otras partes del cuerpo que a veces duelen más... A veces te duele tanto que no sabes si el golpe ha sido en las gónadas, en el corazón o en el cerebro. Lo único que sabes es que ha ido directo a donde más duele y no puedes ubicar el dolor con exactitud.

    ¿Por qué decimos “me duele el corazón” o “se me ha partido el alma”?
    Si te duele el corazón, malo. Ves al médico que algo pasa (aunque dicen que un infarto provoca dolor en el brazo, lo mejor es curarse en salud y visitar un experto)
    Si se te ha partido el alma - suponiendo que exista (tema en el que ahora no voy a entrar porque da para escribir mucho…) tendrías que ir a ver un experto en almas. No conozco a ninguno fiable, pero puedes escoger entre curas, psicólogos y un sinfín de personajes que aparecen en la televisión a partir de las tantas de la madrugada (otro tema al que dedicarle un par de posts).

    Buenoooo, ¡que me desvío! Yo solo quería decir que ¡Qué manía tenemos en transformar en dolores las cosas que nos afectan! Igual es porque, en el fondo, tenemos la esperanza de que para un dolor siempre hay algún remedio más o menos eficaz. Está claro que lo que no queremos es sufrir (y menos en silencio).

    Vuelvo a retomar el hilo, que ya estoy dando demasiadas vueltas.

    Creo que, básicamente, hay dos maneras de moverse por la vida: Recelando de todo y de todos o justo lo contrario, confiando en que todo va a salir bien.
    Cierto es que si eres receloso te evitas algún que otro trastazo (no todos), pero te pierdes tantas cosas buenas…
    Yo he intentado ser así, pero no he podido. Uno no cambia de manera de ser.
    Alguno pensará: ¡Así te va! Bueno, ¿y qué? Prefiero ser confiada (también le llaman ser tonta) y disfrutar de esas las miradas, gestos y palabras que dices (no, no me olvido de la patética que pobrecica tiene su mérito y hace muy bien su trabajo sin necesidad de ser científica).
    ¿Que te dan palos? pues algo bueno se sacará de eso. A veces vale la pena recibir palos porque así aprendes a apreciar más las caricias.

    Un par de cosas más y ya acabo.
    Dices que ha sido un año duro. Para mí también, durísimo. Y lo que queda…. Pero sí, ha valido la pena. Además, no voy a quedarme esperando a ver si se arregla. Voy a hacer lo posible por mejorar la situación. Como decía Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.”
    Ah! Y tus neuronas, que veo que también tienes dos… ¡Qué monas son! ¡Y qué razón tienen! Que sepas que la frase ya está apuntada en mi mesa de cristal. (Ya te lo explicaré…)

    Pues eso es todo. Hoy he empezado el día bien, y estaba acabándolo fatal, pero es verdad que esto de escribir es terapéutico. (Aunque sea la hora que es y mañana tenga que madrugar…)

    PD: ¿Ya le has dicho a tu madre que has conseguido lo que querías?

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